En un país como Euskal Herria, donde el conflicto político con los Estados español y francés lo impregna todo, hablar de respeto lingüístico es un tema peliagudo, complicado y que levanta muchas ampollas. Más aun, en una realidad como la nuestra, donde el euskera es un idioma minoritario, y digámoslo sin rubor, despreciado durante años por gran parte de la población, que siempre lo han visto como un estorbo, un idioma que no merece la pena aprender y para algunos no representa mas que un adorno más del folklore.
Hoy me apetece hablar de este tema, del respeto lingüístico en nuestro entorno.
Comencemos por una pauta social generalizada en nuestra sociedad: cuando en un grupo de personas hay un grupo de personas donde la mayoría hablan euskera y una minoría no lo hace, el idioma que utilizado es el castellano, por respeto al que no entiende. Esta es algo tan generalizado que parece ser una actitud incuestionable.
Yo sin embargo, la cuestiono y según las circunstancias, afirmo que la falta de respeto es de la persona que no sabe euskera. Me explico.
Una persona que ha residido toda su vida o gran parte de su vida en Euskal Herria, ha tenido mil caminos para aprender el idioma de este país. Sin obviar las dificultades de aprenderlo y estudiarlo (como el caso de otros muchos idiomas que estudian miles de personas en las Escuelas de Idiomas, academias…), los recursos de aprende euskera han estado al alcance de cualquiera, aunque podría haber muchísimos mas (la política del Gobierno en este tema es lamentable, algo debería de aprender del modelo catalán). Por lo tanto, el ciudadano que hoy en día no sabe euskera es porque no ha querido aprenderlo. Cada persona tendrá sus razones (falta de tiempo, dificultad de aprendizaje, no ser una prioridad…), no las discuto ni las deslegitimo, pero una cosa queda clara, no ha aprendido porque no lo ha querido.
En esta misma línea, muchos padres y madres durante largos años matricularon a sus hijos en el modelo A, es decir, donde no se llega a aprender euskera con un nivel mínmo, bajo la idea tan extendida en ese grupo de población, que hacer los estudios en euskera no tenia ninguna utilidad ni sentido. No servia para nada. Todavía recuerdo mis tiempos de en el instituto, en donde de las seis clases por curso que había, 4 pertenecían al modelo A (todo en castellano) y dos al modelo D (todo en euskera).
Pero volvamos al punto del respeto. A mi lo que me parece una falta de respeto es que me obliguen a hablar un idioma que no es el mío en mi propio país. Me parece una falta de respeto que una persona ciudadana de Euskal Herria me obligue a hablar en castellano porque jamás en la vida a tenido la más mínima intención de aprender el idioma propio de nuestro país (no hablo de la población recien llegada a Euskal Herria). Y si, digo que me obliga, porque su ignorancia del euskera me obliga al uso de otro idioma para poder comunicarme. Además, me parece aun una falta de respeto mayor, justamente el hecho de que esa persona me acuse de falta de respeto a mí, cuando lo único que estoy haciendo es ejercer mi derecho ha hablar en el idioma que yo elijo.
Y es que la falta de respeto es suya, porque me obliga a cambiar de idioma sin que yo quiera hacerlo. Porque yo no le estoy obligando a que me hable en euskera, sino que solo le pido que me entienda, y que luego me responda en el idioma que el elija. Yo soy bilingüe, en una sociedad que es bilingüe, y por lo tanto puedo entender y hablar ambos idiomas. El que falta al respeto es aquella persona que siendo ciudadana de una sociedad bilingüe no lo es, por el simple hecho que no ha querido aprenderlo.
Duele que te acusen de esa manera, después haber crecido en un entorno castellano-parlante donde el desprecio, la minusvaloración y el ninguneo de tu idioma ha sido una constante. Si no lo quieren aprender, que no lo hagan ¡allá ellos! Pero que luego sean consecuentes con sus actitudes, y no pidan un respeto del que ellos no hacen gala.